Un hombre se enamora de un sistema operativo. Si la premisa ya suena prometedora, el resultado final es maravilloso. Una delicia narrativa y visual, un guión original y atrevido plasmado con suma elegancia. Casi todo el peso cae sobre los hombros de Joaquin Phoenix, que borda un papel dificilísimo al basar casi toda su interpretación en el diálogo con una persona que físicamente no es real, por muy sensual que suene la voz de Scarlett Johansson.
A pesar de las evidentes peculiaridades de una relación amorosa entre un hombre y una inteligencia artificial, plasmadas de forma más o menos acertada, Her es básicamente una típica historia de amor, si bien es en la atención al detalle donde más brilla. Desde el extravagante empleo del protagonista, la visión austera del futuro, la fotografía y la música a lo Lost in Translation o los videojuegos que testea el personaje de Amy Adams, cada línea de diálogo, cada fotograma es una pequeña obra de arte que conforma una de las películas más brillantes del año.
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