Primera película y primer estreno de 2014.
El Único Superviviente trata la historia real de una misión de los SEALs en
Afganistán en 2005 de la que (¿spoiler?) solo queda un superviviente. Y vamos
al grano ya: mucho se le ha achacado a la película de estar llena de
patriotismo y propaganda militar estadounidense. Sí, es verdad. La película
está hecha para glorificar a todos los soldados caídos, su valentía, su
heroicidad, su todo. Que eso te haga llorar de emoción o te de arcadas es ya
otro asunto, y no me apetece hablar de eso ahora. De lo que sí me apetece
hablar es de la factura técnica de la película, que es cojonuda.
Sí, ya sé que los efectos especiales, sonoros y demás son
totalmente secundarios a la trama y los personajes, pero en una película que es
un tiroteo sus tres cuartas partes del metraje, creo que es importante dedicarles
un párrafo. El realismo absoluto queda patente desde el inicio, con imágenes de
archivo de entrenamientos militares, que es la máxima del director Peter
Berg (el de Battleship…). Más allá de
las chorradillas de meter militares reales entre los extras, las escenas de
acción lucen de maravilla, aunque maravilla, en este caso, signifique múltiples
impactos de bala y caídas por acantilados. El trabajo de especialistas,
maquillaje y sonido es excepcional, y conforman algunas de las mejores escenas
de guerra que he visto.
Eso sí, una cosa es que las escenas de acción (casi toda la
película) sean excelentes, y otra, que consigan unir acción con emoción, y en
esto, desgraciadamente, la película falla. Sí, tiene sus momentos slow mo en
las muertes (sólo en las americanas, tranquilos), y mucha escena de vida
militar, con el obligatorio personaje con mujer embarazada y esas cosas. Pero
nunca se establece verdadera conexión del espectador con los personajes de la
pantalla, lo cual, en una película con tantas muertes y cinco minutos de fotos
en los créditos, lastra mucho la experiencia global. Paradójicamente, solo las
balas consiguen emocionar, lo cual tampoco es necesariamente malo, solo lo
alejan de convertirse en un clásico del género. Su crudeza y realismo harán las
delicias de todos los apasionados al mundillo militar, con ganas de nuevas
dosis de heroísmo tras La Noche más Oscura. O a los masocas.