Segunda película del año, porque técnicamente es de 2014,
pero realmente el año cineástico no empieza realmente hasta febrero, así que la
deberíamos considerar como una de las últimas películas de 2013. Sea como sea,
una de las mejores películas que veré en los próximos doce meses. Poco queda
por decir que no se haya dicho ya de esta película, así que seré breve: El Lobo
de Wall Street es una apuesta segura, una película que es imposible no disfrutarla
durante sus tres horazas.
Por muy disparatada que parezcan las situaciones de la
película, la realidad supera a la ficción, y poca ficción hay aquí
prácticamente todas las escenas que suceden están corroboradas como auténticas
por el propio Jordan Belfort, autor del homónimo libro del que Scorsese extrae escenas
exactas. Por tanto, la grandeza de El Lobo de Wall Street radica en su puesta
en escena, un montaje brillante y vibrante que no da un minuto de respiro, para
mayor lucimiento de un Di Caprio que pide a gritos su primer Óscar, eso sí,
acompañado de un plantel de secundarios de lujo.
Es, además, una de las películas más entretenidas del año. Y
aunque la palabra “entretenida” se suelta muy a la ligera, aquí adquiere una
dimensión especial. Pocos directores son capaces de introducirte tanto en la
acción sin que el interés decaiga en ningún momento, y menos en una película
tan gigantesca como esta. Poco más que añadir: película redonda, seria
candidata a Óscar, de las mejores de Scorsese.
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