miércoles, 29 de enero de 2014

2014/1: El Único Superviviente


Primera película y primer estreno de 2014. El Único Superviviente trata la historia real de una misión de los SEALs en Afganistán en 2005 de la que (¿spoiler?) solo queda un superviviente. Y vamos al grano ya: mucho se le ha achacado a la película de estar llena de patriotismo y propaganda militar estadounidense. Sí, es verdad. La película está hecha para glorificar a todos los soldados caídos, su valentía, su heroicidad, su todo. Que eso te haga llorar de emoción o te de arcadas es ya otro asunto, y no me apetece hablar de eso ahora. De lo que sí me apetece hablar es de la factura técnica de la película, que es cojonuda.

Sí, ya sé que los efectos especiales, sonoros y demás son totalmente secundarios a la trama y los personajes, pero en una película que es un tiroteo sus tres cuartas partes del metraje, creo que es importante dedicarles un párrafo. El realismo absoluto queda patente desde el inicio, con imágenes de archivo de entrenamientos militares, que es la máxima del director Peter Berg  (el de Battleship…). Más allá de las chorradillas de meter militares reales entre los extras, las escenas de acción lucen de maravilla, aunque maravilla, en este caso, signifique múltiples impactos de bala y caídas por acantilados. El trabajo de especialistas, maquillaje y sonido es excepcional, y conforman algunas de las mejores escenas de guerra que he visto.


Eso sí, una cosa es que las escenas de acción (casi toda la película) sean excelentes, y otra, que consigan unir acción con emoción, y en esto, desgraciadamente, la película falla. Sí, tiene sus momentos slow mo en las muertes (sólo en las americanas, tranquilos), y mucha escena de vida militar, con el obligatorio personaje con mujer embarazada y esas cosas. Pero nunca se establece verdadera conexión del espectador con los personajes de la pantalla, lo cual, en una película con tantas muertes y cinco minutos de fotos en los créditos, lastra mucho la experiencia global. Paradójicamente, solo las balas consiguen emocionar, lo cual tampoco es necesariamente malo, solo lo alejan de convertirse en un clásico del género. Su crudeza y realismo harán las delicias de todos los apasionados al mundillo militar, con ganas de nuevas dosis de heroísmo tras La Noche más Oscura. O a los masocas.

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