viernes, 9 de noviembre de 2012

Crítica de Lo Imposible


Ni el propio Bayona podía imaginarse que su tsunami la liara tanto. El mejor estreno de la historia en España, la película más taquillera del año y la española más taquillera de la historia. No solo ha sido arrasado con las taquillas de toda España, sino que se ha convertido en un fenómeno cómo jamás había ocurrido con una producción española. Gente de todas las edades ha acudido en masa a los cines, a verla una y otra vez, a llorar una y otra vez. Entradas agotadas, colas kilométricas, salas llenas,  aún se pueden ver hoy, cuando pasa casi un mes de su estreno. Pero, ¿realmente es para tanto? No hay duda de que Lo Imposible es una gran película, pero, ¿de verdad se merece está acogida tan desmesurada?





Hay que tener en cuenta que hasta unas pocas semanas de su estreno, Lo Imposible era relativamente desconocida. Fue en vistas a su estreno cuando se nos bombardeó con una batería desproporcionada de imágenes, trailers, anuncios, reportajes, que te preparaban para “una experiencia única”. Lo imposible de verdad fue llegar al estreno conociendo lo justo, para encontrarse con una verdadera experiencia única. Si fue el caso de alguien, que sepa que tiene mi más profunda admiración. Y envidia.

Poco quedaba ya en Lo Imposible para sorprenderme cuando fui a verla. Solo descubrir que las impresionantes imágenes del tsunami que había visto por televisión una y otra vez representaban el desastre con un realismo casi aterrador. Bayona dirige la que quizás sea la mejor recreación de un tsunami de la historia del cine, con momentos realmente sobrecogedores. Un increíble despliegue de medios, que resulta casi imposible creer que sea trabajo íntegramente español.



Se ha criticado mucho el abuso de la sensiblería que hace Bayona para buscar la lágrima fácil, y eso es algo que no pasa desapercibido. Por otra parte, Titanic jamás hubiera llegado a ser lo que es de no ser por su excesivo sentimentalismo. Lo Imposible buscaba emocionar, y viendo el efecto que ha tenido entre el público, lo ha conseguido. Sí, para ello juega sucio pero, ¿a quién le importa? El espectador medio no se quedará con la música machacona, ni con los giros predecibles, ni con las situaciones desaprovechadas, ni con la insistencia en una historia que carece de interés alguno. Resulta molesto como Bayona nos presenta un buen puñado de personajes e historias secundarias que captan nuestro interés para después obligarnos a centrarnos en la historia de la familia que, sin menospreciar la terrible experiencia que tuvo que sufrir la familia real sobre la que se basa la película, carece de cualquier interés o intriga cuando los medios te han contado mil veces el final, final que aparece, sin ir más lejos, en el cartel de la película. Es todo una sucesión de momentos que van pasando progresivamente de lo sobresaliente (la primera media hora es de lo mejor que he visto en el cine en mucho tiempo) a lo aburrido y predecible, repetitivo hasta la saciedad. La tediosa escena (supuestamente original) en la que el padre y el hijo mayor se cruzan varias veces sin llegar a encontrarse no hace más que alargar el inevitable desenlace.


Y es una pena. Una pena porque Lo Imposible es un trabajo excepcional, cómo nada que se hubiera hecho antes en España, que ha atraído a miles de personas a las salas y ha catapultado el cine español hasta límites nunca antes alcanzados, y eso nunca es malo. No puedo obviar que Lo Imposible presenta momentos brillantes y es, en conjunto, una buena película. Pero es una pena que Bayona haya desaprovechado un comienzo tan arrollador para después irse por la sensiblería barata y comercial para captar a las masas, hacerlas llorar y que construyan un fenómeno alrededor del que puede ser el nuevo Titanic. El mensaje final, el de que la familia unida puede con todo, es muy bonito y seguro que ha llegado a mucha gente, pero con que seas un poco exigente, te darás cuenta de que tiene truco.

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