Ni el propio Bayona podía imaginarse que su tsunami la liara
tanto. El mejor estreno de la historia en España, la película más taquillera
del año y la española más taquillera de la historia. No solo ha sido arrasado
con las taquillas de toda España, sino que se ha convertido en un fenómeno cómo
jamás había ocurrido con una producción española. Gente de todas las edades ha
acudido en masa a los cines, a verla una y otra vez, a llorar una y otra vez.
Entradas agotadas, colas kilométricas, salas llenas, aún se pueden ver hoy, cuando pasa casi un
mes de su estreno. Pero, ¿realmente es para tanto? No hay duda de que Lo
Imposible es una gran película, pero, ¿de verdad se merece está acogida tan
desmesurada?
Hay que tener en cuenta que hasta unas pocas semanas de su
estreno, Lo Imposible era relativamente desconocida. Fue en vistas a su estreno
cuando se nos bombardeó con una batería desproporcionada de imágenes, trailers,
anuncios, reportajes, que te preparaban para “una experiencia única”. Lo
imposible de verdad fue llegar al estreno conociendo lo justo, para encontrarse
con una verdadera experiencia única. Si fue el caso de alguien, que sepa que
tiene mi más profunda admiración. Y envidia.
Poco quedaba ya en Lo Imposible para sorprenderme cuando fui
a verla. Solo descubrir que las impresionantes imágenes del tsunami que había
visto por televisión una y otra vez representaban el desastre con un realismo
casi aterrador. Bayona dirige la que quizás sea la mejor recreación de un tsunami
de la historia del cine, con momentos realmente sobrecogedores. Un
increíble despliegue de medios, que resulta casi imposible creer que sea
trabajo íntegramente español.
Se ha criticado mucho el abuso de la sensiblería que hace
Bayona para buscar la lágrima fácil, y eso es algo que no pasa desapercibido.
Por otra parte, Titanic jamás hubiera llegado a ser lo que es de no ser por su
excesivo sentimentalismo. Lo Imposible buscaba emocionar, y viendo el efecto
que ha tenido entre el público, lo ha conseguido. Sí, para ello juega sucio pero,
¿a quién le importa? El espectador medio no se quedará con la música machacona,
ni con los giros predecibles, ni con las situaciones desaprovechadas, ni con la
insistencia en una historia que carece de interés alguno. Resulta molesto como
Bayona nos presenta un buen puñado de personajes e historias secundarias que
captan nuestro interés para después obligarnos a centrarnos en la historia de
la familia que, sin menospreciar la terrible experiencia que tuvo que sufrir la
familia real sobre la que se basa la película, carece de cualquier interés o
intriga cuando los medios te han contado mil veces el final, final que aparece,
sin ir más lejos, en el cartel de la película. Es todo una sucesión de momentos
que van pasando progresivamente de lo sobresaliente (la primera media hora es
de lo mejor que he visto en el cine en mucho tiempo) a lo aburrido y
predecible, repetitivo hasta la saciedad. La tediosa escena (supuestamente
original) en la que el padre y el hijo mayor se cruzan varias veces sin llegar
a encontrarse no hace más que alargar el inevitable desenlace.
Y es una pena. Una pena porque Lo Imposible es un trabajo
excepcional, cómo nada que se hubiera hecho antes en España, que ha atraído a
miles de personas a las salas y ha catapultado el cine español hasta límites
nunca antes alcanzados, y eso nunca es malo. No puedo obviar que Lo Imposible presenta
momentos brillantes y es, en conjunto, una buena película. Pero es una pena que
Bayona haya desaprovechado un comienzo tan arrollador para después irse por la
sensiblería barata y comercial para captar a las masas, hacerlas llorar y que
construyan un fenómeno alrededor del que puede ser el nuevo Titanic. El mensaje
final, el de que la familia unida puede con todo, es muy bonito y seguro que ha
llegado a mucha gente, pero con que seas un poco exigente, te darás cuenta
de que tiene truco.
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