jueves, 1 de mayo de 2014

2014/8: The Amazing Spider-Man 2

La nueva entrega del innecesario reboot enmienda en parte los errores de la sosísima The Amazing Spider-Man, pero sigue sin ofrecer nada que le haga sobresalir frente a la racha de éxitos que acumulan sus competidoras Fox y Marvel Studios. Como en la primera ocasión, la frescura y la química de la pareja protagonista soportan casi todo el peso de la película cuando ni la acción ni el villano dan la talla. Y si ya tuvimos un villano nefasto la última vez, que se perdonaba porque en el fondo era un “Spider-Man Begins”, para esta ocasión esperábamos un villano en condiciones. Si “Amazing Spider-Man 2: El Poder de Electro” tiene un villano destacable, desde luego no es el del título. El Electro de Jamie Foxx es irrisorio, casi autoparódico, cuyo posterior desarrollo nunca llega a funcionar al cargar con uno de los orígenes más absurdos (en el mal sentido) que recuerdo. Nunca sé cuando tengo que tomármelo en serio y cuando tenerle respeto, y aunque es vistoso, ni siquiera en las escenas de acción destaca demasiado.

Para mayor sorpresa, y lo que salva a la película del desastre, es el “tapado”, el Harry Osborn de DeHaan. Sin llegar a aparecer como Duende Verde hasta el final, su transformación de sufrido amigo emo-hipster de Peter a villano es interesante, con algunas licencias pero muy bien llevada en general. Solo espero que en futuras entregas den a este personaje el protagonismo que merece, porque en esta película se come la pantalla, sobre todo en comparación con Electro. De hecho, la película mejoraría enormemente si este fuera el único villano, con su correspondiente aumento de tiempo de pantalla. Y acción, claro. Porque el Duende solo aparece en una brevísima escena final la cual lleva al tan anticipado momento cumbre. Que es, sin duda, lo mejor de la película, y podría haber sido mucho mejor con un mayor desarrollo del personaje de Harry, que de más sentido a su acto final.

Si bien la película es disfrutable, flaquea en demasiados puntos como para ignorarlos. De la primera entrega viene con el lastre del misterio de la muerte de sus padres, cosa que prometieron revelar en esa película y no hicieron. Lo dejaron para esta, cuando el interés ya ha desaparecido y solo entorpece el ritmo.

Pero lo peor de la película, con independencia de quien sea el villano, es la acción. Y si antes venía alabando la monstruosa acción de El Soldado de Invierno, en este caso todo lo contrario. Me preocupa que, con honrosas excepciones como la del Capi, a los directores actuales se les haya olvidado rodar acción de verdad, la de especialistas, cartón piedra, maquetas y explosiones controladas. De la escasa acción que hay en la película, toda sufre de un excesivo abuso de CGI, que al igual que pasaba con Man of Steel, me hace preguntarme si estoy delante de una película o una secuencia Quick Time Event de un videojuego. Y no me sirve la escusa de que es un superhéroes demasiado complejo como para darle vida sin usar CGI: ahí tenemos la trilogía de Raimi para atestiguar que no es cuestión del personaje, sino de los técnicos. La mayoría de la “espectacular” acción consiste en zarandear los muñecos digitales de Spider-Man y Electro en largos (y falsos) planos donde absolutamente ningún elemento parece real, y por tanto susceptible de provocar alguna emoción más allá que observar de los efectos especiales. Efectos que muchas ocasiones son mediocres, como esas horribles explosiones CGI que ahora están en todas partes.

Todo este problema con la acción puede parecer exagerado, pero es un síntoma real del Hollywood de los últimos cinco años. Intentan tapar la falta de originalidad y/o habilidad a la hora de rodar escenas con especialistas que recurren a un CGI muchas veces mediocre para escudarse y salir del paso. Una buena prueba de ello también se encuentra en esta película: si en sus enfrentamientos contra Electro mueven la cámara y las personajes en acrobacias imposibles con una fluidez exquisita (aunque muy lejos de resultar emocionante), en la pelea del prólogo, entre dos personajes sin superpoderes, la cámara empieza a agitarse a lo loco sin ninguna justificación argumental, en un pobrísimo intento de dar dinamismo a la pelea que solo provoca dolor de cabeza.

El mayor problema de la película es que se siente como un capítulo de transición hasta la siguiente entrega y los sucesivos spin-offs, donde, una vez establecido el personaje, puedan desarrollar villanos a la altura. Por eso busca cerrar todas la subtramas abiertas en la anterior película, y al igual que pasó en Spider-Man 3, demasiado contenido entorpece el ritmo y desarrollo natural de la trama, que adolece a la cohesión de la película con una introducción, nudo y desenlace demasiado difusos. Nada de esto es demasiado grave: es mucho más disfrutable que la primera entrega, y su clímax, anunciado y spoileado de mil maneras diferentes por la campaña promocional más desastrosa en mucho tiempo, compensa de sobra su irregular precedente. Comentar es entrar en terreno de Spoiler (no sé si lo sigue siendo a estas alturas), pero basta decir que es lo suficientemente genial como para perdonar todos los fallos que presenta esta aun joven franqucia y tener una visión optimista para futuras entregas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario