¿Qué puedo decir de la película española más taquillera de
todos los tiempos? Escribir esto me pone en un aprieto, porque es una película
que disfruté, lo admito, pero que tiene muchas limitaciones. Y su éxito
desmedido, en mi opinión, la pierde.
Vamos a ver. En primer lugar, es cero original. Parece el
remake español de Bienvenidos al Norte, lo cual no es necesariamente malo,
claro. El problema es que el rollo “chico se hace pasar por otra persona para
provocar una buena impresión” está gastado desde hace mucho tiempo. Que si es
para un capítulo de media hora de una sitcom bueno, pero una hora y media de
eso se hace muy cuesta arriba. Porque esa es otra. La primera mitad tiene un
buen pase, pero hacia la segunda mitad se vuelve de un cansino insufrible, un tedioso “que sí que no” que además no es
divertido, porque es el momento en el que toda comedia con aspiraciones
comerciales aparca las bromas para meter drama con calzador, para luego poder
tener un final súper emotivo y súper bonito y súper artificial. Lo cual es aún más extraño, ya que se supone
que esto es humor absurdo, más propio de un sketch de alguna serie de
televisión española de comedia la cual nombraría pero no puedo porque no las
conozco porque salvo excepciones todas me dan un sida tremendo.
Aunque reírse, uno se ríe. Y bueno, eso es lo que importa,
¿no? Aunque la mayoría de las veces sea por lo absurdo y lo imposible de la
situación, más que por el propio ingenio de estas. Pero eh, que es solo una
comedia, para pasar un rato más o menos entretenido y reírse un poco de los
tópicos más tópicos. ¿Qué tiene de malo? Nada en concreto. Igual que pasa con
los planos personajes de esta película, son prejuicios hacia una película de
muy cortas aspiraciones que ha hecho una cantidad de taquilla descomunal.
Comprensible porque sus atractivos protagonistas y sus chistes fáciles son un
gran gancho para el público, pero difícilmente merecido para una película de
una factura muy pobre, con un guión que parece que se escribe sobre la marcha y con desgana,
y que juega sobre un terreno muy delicado sin demasiada maña. Al menos se ríe
de sí misma y se deja ver. Pero si esto es lo máximo a lo que aspiramos, menuda
decepción.
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